Epicteto decía: «Los seres humanos no se perturban por las cosas, sino por la visión que tienen de ellas». En otras palabras, no es un suceso lo que tiene un impacto negativo en ti, sino cómo percibes el suceso. Un ejemplo podría ser estar atrapado en un atasco; la persona A, se enojaría porque ya va a llegar tarde a la cena a la que tenía que ir. Sin embargo, la persona B tendría un enfoque más optimista y aprovecharía el tiempo extra que tiene atrapado en el tráfico para practicar y aplicarse antes de que empiece la cena. Personalmente, siempre he intentado ser como la persona B para asegurarme un día sin problemas. La dificultad de esta mentalidad es cuando la gente empieza a acusar a la persona B de «positividad tóxica».
Así que hablemos de ello.
La positividad tóxica significa «descartar las emociones negativas y responder a la angustia con falsas garantías en lugar de con empatía». Proviene de sentirse incómodo con las emociones negativas. A menudo es bien intencionada, pero puede causar alienación y un sentimiento de desconexión». Mientras tanto, el optimismo es «la esperanza y la confianza en el futuro o en el éxito de algo».
El optimismo se relaciona con tu mentalidad. Eliges ver lo positivo de una situación negativa, mientras que la positividad tóxica es una muestra de emociones positivas durante una situación negativa. Las personas optimistas no reprimen sus emociones, al contrario, son bastante conscientes de ellas y trabajan activamente en formas de limpiar estas emociones negativas. Tenlo en cuenta, especialmente como estudiante de la EUH. Algunos pueden pensar que siempre hay que estar alegre, si no, no se está aplicando bien la técnica. Yo desafío esa afirmación; mientras algo «malo» esté sucediendo a tu alrededor, tómate el tiempo para limpiar esa emoción, no sólo para ti sino para la humanidad. Y busca lo positivo de la situación y multiplícalo en el aire. Esa es realmente la mejor manera de ser optimista.